Cuando pasamos de la talla S a la M en departamentos o cuando nos vamos de casa al propio -y que mucho esfuerzo nos costo-, más valoramos la importancia de la Plusvalía (incremento de valor de los departamentos que se pone de manifiesto como consecuencia de tener: buena ubicacion, buena vista, buenos vecinos, etc.) que pueda tener nuestra compra a que solo sea un lugar para vivir.
A partir de aquí esta historia es banal, -esas pequeñas cosas tontas de cada día, pero que las pensamos (el bloguero de UrbanBroker es hombre).
Ya hemos mencionado anteriormente, en un tuit, que a la hora de encontrar compañía no siempre es necesario -ni efectivo- frecuentar los sitios que frecuenta todo el mundo: el trabajo, bar, discoteca.
Hay un lugar, en el que vivimos nuestro día a día: el mundo de las ventas de departamentos nuevos, que nos ubica en una intimidad inesquivable -oportunidad, dirían otros- y al que no damos la suficiente importancia: ¿Y si lo intentamos con la vecina -para ti-, la nueva propietaria -para nosotros- del quinto piso que ha comprado el departamento tipo duplex de dos dormitorios que nos quedaba?.
El mito de la vecinita es más potente que el auto ideal en una cochera. La vecina -tu vecina- es, en principio, el affaire perfecto: no tiene excusa como "vivo muy lejos" para no venir a tu casa, como tampoco decir "ya no pasan taxis" a la hora de irse a la suya, y es realmente útil tener alguien en el edificio a quien dejarle un juego de llaves de repuesto.
¿Como es tu vecina?, treintañeras insoportables que se creen bohemias por leer tres libros y algún suplemento dominical, o esas que imaginan vacaciones en Nueva York -para colmo, con una terraza que el tuyo no tiene-.
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